Conseguido ya el repudio unánime de la población a la que él mismo dice representar, el diputado del Partido de la Victoria, Tomas “Turi” Rodriguez insiste con “su idea” de retirar los restos del general Martín Miguel de Güemes del Panteón de las glorias del Norte, ubicado en la Catedral Basílica.
El proyecto, que ingresó a la Cámara baja la semana pasada y del que la mayoría de los legisladores desconoce los fundamentos, argumenta entre otros puntos que la iniciativa corresponde a un “interés pedagógico” en el contexto de una Salta laica, donde conviven varios cultos religiosos, además del católico.
Pero en el fondo se olfatea claramente ese tufillo “progre” que pretende manipular nuevamente la historia para obtener algún suculento beneficio político desde una grieta fabricada a la medida.
En este caso no pudo el interminable “Turi” Rodriguez ser más certero: apuntó los dardos hacia la figura del general Güemes, tal vez el último bastión no disgregativo en la sociedad salteña.
Para ello utilizó como trampolín la “moda anticatólica” invocando a otros credos, aunque la religión es lo último que puede llegar a importarle. Se subió al discurso de la pedagogía, aunque jamás en su vida como legislador presentó un proyecto para sustentar el acceso la educación o procurar igualdad de condiciones para la formación educativa o promover la igualdad de oportunidades para que los padres desempleados, unos 25 mil salteños, puedan seguir educando a sus hijos. No. Nada de eso.
Al “Turi” solo se le conocen un par de proyectos de mucha vehemencia verborrágica e ideológica, pero siempre oportunista y sin mayores efectos que su permanencia en el círculo político. Nada útil para la comunidad que lo votó.
Pero existen dos sucesos que marcan la carrera del legislador de un extremo a otro. “Inhabilidad moral sobreviniente, mal desempeño y mala conducta evidenciados en la inversión y ejecución de la partida `Transferencias Corrientes al Sector Privado’” fue una dramática acusación por la cual se le impulsó un juicio político en 2014 cuando estuvo al frente del Concejo Deliberante de la ciudad de Salta.
Hoy, como presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara baja, tiene una denuncia en su contra por violencia de género por parte de su expareja.
Ambos casos muestran la paradójica ambivalencia de un legislador que no resulta ser otra cosa que un trasnochado setentista, más preocupado por su propia vigencia, que por el bienestar y el crecimiento de la comunidad.
La gente está harta de la grieta que esta secta política inventó desde un relato manipulador de la historia, a partir de un revisionismo absurdo donde siempre se proclamaron como los nuevos héroes de la Patria. Alimentaron esa grieta con el multimillonario manejo de fondos públicos y esa es la razón por la que hoy pretenden mantenerla y agrandarla a como dé lugar. Como es de suponer, obsesivamente buscan nuevas grietas como si fuesen nuevas unidades de negocio. Eso es lo que en el fondo planean ahora con la figura homogénea del general Martín Miguel de Güemes.
Por Alberto Fernandez