Borges sostenía que es difícil identificar la patria con alguno de los símbolos u hombres que la forjaron, pero que hay un acto perpetuo, que nos obliga a ser dignos de aquel juramento que prestaron aquellos caballeros, de ser lo que ignoraban, argentinos.
El acto definitorio para esta identidad, fue el 9 de julio, cuando por primera vez se lanzó la autoinvocación de una ignotas Provincias Unidas en Sud América, como una nación libre e independiente , no solo del rey de España, sino también de cualquier otra potencia extranjera.
En un contexto muy complejo, aquellos dubitativos hombres, nos dieron patria. Cabe recordar que para esa época Europa restauraba la monarquía, intentando suprimir todo lo que sonara a Revolución Francesa, es decir a reconocimiento de derechos y autogobierno. Napoleón había llevado las cosas a un extremo difícil de admitir. Pero la Declaración de los Derechos del Hombre y el Código Civil, era un hito que no podía borrarse, era desde donde en el futuro debía comenzar cualquier ensayo político.
Tan es así, que aquellos hombres de Julio debatían de día, lo que estudiaban de noche a través de pensadores, filósofos y hombres de estado que defiendan la libertad, igualdad y fraternidad en otros lugares. ¿Pudimos cumplir esos ideales, y valores fundadores?
Por otro lado, Gran Bretaña, demostrando su proverbial ineptitud había perdido las colonias del norte, no lograba mercados para la explosión industrial que estaba ocurriendo en su suelo, y que arrasaría en el futuro con todo. Por eso, intervenía activamente en la política interna del Brasil, Uruguay y las Provincias Unidad. Sabía que no era posible para sus políticas imperialistas, la conformación de la Patria Grande, de los Estados Unidos de Sud América. Brasil, que aún era sede del imperio portugués, era una pieza del ajedrez británico, y actuaba en consecuencia.
Debe entenderse aquella realidad, con la complejidad del juego de poder con que se desplegaba, igual que en la actualidad.
Las Provincias de Santa Fe, Corrientes, Entres Ríos, Córdoba, la Banda Oriental, y las Misiones había declarado en 1815 en el Congreso de los Pueblos Libres, bajo el tutelaje de Artigas, la independencia de España. Había allí una grieta, con dos congresos, liderazgos y territorios.
Los liderazgos de San Martin, Belgrano y Güemes sabían que era necesario que el resto de la Provincias también lo hicieran, pero además los preocupaba avanzar en la organización del aun informe país. El debate, más que sobre la necesidad y conveniencia la Declaración de Independencia, era sobre la forma de gobierno.
Fueron cuatro cuestiones a resolver:
- la independencia en sí.
-la organización constitucional, con la necesidad de optar por monarquía o república.
-la fórmula de representación política, y la consecuente legitimidad del poder.
- la integridad territorial, constituyendo una unidad, y la forma en que las incipientes provincias distribuirían el poder.
Como era usual en aquella época, el Parlamento o Congreso no era permanente, conforme el modelo británico. Fracasado el del año XIII, ya que solo sanciono algunas normas, importantes sí, pero no las necesarias, se llamó el siguiente en el año XVI, que si avanzo un paso importante, como ya sabemos, pero no sanciono Constitución.
EEUU, desde su declaración de independencia en el año 1776, demoro 13 años hasta sancionar Constitución en el 1789. Es cierto, sus guerras intestinas fueron un siglo después, pero nunca se interrumpió esa ley escrita que garantiza derechos, y que formula un pacto de gobernabilidad. Nosotros, demoramos más de 50 años, entre 1810 y 1852/60. Ley suprema, que después ciertos oscuros sectores, mancillaron en beneficio propio.
La posibilidad de una Constitución, que es la vigencia de un orden, chocaba con la realidad de las guerras exteriores, y con la discordancia de las disputas interiores. Aquellas por la independencia, estas por la forma de gobierno. Las primeras culminaron en 1822, las segundas en 1860.
Es en ese contexto que debe entenderse la gloriosa gesta independentista. Y como la historia es un continuum, aquellas encrucijadas y desvelos, son ahora los nuestros.
Pero aquellos hombres, con valor, clarividencia, fe, y confianza en nuestro pueblo, decidieron dar el paso. No eran tan distintos a nosotros, con sus inseguridades, carencias, dudas, y bajezas. Pero nos fundaron la Patria. Nuestra pregunta diaria, y constructiva, debe ser como honramos aquella declaración. Los que no quieren recordar y leer el pasado, no es por sentido moderno o practico, sino porque sus intereses pueden avanzar donde no haya un pueblo seguro de sus valores, de sus derechos, de sus soberanía, y de cómo se logra todo aquello.
No busquen nuestra Declaración de la Independencia en 1816, sino ahora. Este 9 de julio, caminemos por nuestra ciudad, su centro y sus arrabales, y pensemos en porque queremos ser independientes.
Por DR. MARTIN IGNACIO PLAZA, Master D. Administrativo. Delegado de la Casa de Salta