En los últimos dos años, Perón había intentado construir un proyecto político de conciliación entre los diferentes sectores de la sociedad, especialmente entre trabajadores y empresarios. Pero sus esfuerzos, particularmente entre los hombres de negocio y la clase política, no habían dado los resultados esperados. A comienzos de 1945, enfrentaba un notorio aislamiento político.
Fue entonces cuando dio un brusco giro estratégico: dejó de lado la búsqueda de la conciliación social y convocó a los trabajadores a defender su gestión. Su detención el 10 de octubre de aquel año ponía un virtual fin a su proyecto. Sin embargo, en aquellos días se gestaría el trascendental acontecimiento de masas que lo devolvería al frente del gobierno y daría inicio al movimiento que lleva su nombre. Reproducimos en esta ocasión un informe especial publicado en la revista Panorama sobre aquellas jornadas, escrito en el agitado contexto del definitivo regreso de Perón al país luego de 17 años de exilio.
El informe pone de relieve el rol que le cupo a la clase obrera y a su dirigencia en la gestación del peronismo. Aquel 17 de octubre por la mañana comenzaron a confluir los trabajadores a la Plaza de Mayo, a pesar de que la CGT había convocado, luego de arduas discusiones, a la huelga general para el día 18. Los acontecimientos se precipitaron. Las vacilaciones de la oposición civil y de sus representantes militares se agrandaron ante la acción espontánea de miles de trabajadores y la convicción de numerosos dirigentes sindicales.
Tras la multitudinaria manifestación, Perón no sólo logró ser liberado sino que cuatro meses más tarde ganaría las elecciones presidenciales que lo llevarían a ocupar la presidencia del país durante más de nueve años. Ocurrió un 17 de octubre En octubre de 1945 Juan Domingo Perón había cumplido 50 años y había llegado a posiciones de importancia en el gobierno militar surgido del golpe producido el 4 de junio de 1943.
En aquel momento, Edelmiro Farrell era presidente de la República (el tercero en dos años, después de Rawson y Ramírez) y la creciente influencia de Perón lo había llevado a ocupar simultáneamente tres cargos: como vicepresidente de la Argentina, como subsecretario en el Ministerio de Guerra y como titular del Ministerio de Trabajo y Previsión, donde había manifestado un abierto acercamiento hacia la clase trabajadora. De esos puestos se lo quiso desalojar con un golpe de fuerza atribuido por los historiadores a la Marina y a Campo de Mayo, representados por el contraalmirante Vernengo Lima y el general Avalos.
En octubre de 1945 la caída de Perón parecía un hecho consumado cuando se consiguió recluirlo en la isla de Martín García. Pero de inmediato fue sacado de allí: primero al Hospital Militar y después a la misma Casa Rosada. Ese rescate, conseguido por un movimiento de obreros provenientes de Avellaneda, fue un acto masivo del que hay pocos similares en la historia nacional.
Cronología
Miércoles 10 de octubre de 1945: A la mañana se informa a los gremios que Perón hablaría esa tarde para despedirse del personal y de los obreros, desde la Secretaría de Trabajo. Poco antes, precisamente la noche del 8 de octubre –cuando el entonces coronel festejaba su cincuenta aniversario- el jefe de la guarnición de Campo de Mayo, general Eduardo J. Avalos, le exigió la renuncia a la vicepresidencia de la Nación y a los cargos de secretario de Trabajo y secretario de Guerra. La resolución de dirigirse a los trabajadores constituye su última alternativa política, un pretexto para congregar a los obreros adictos ante los ojos mismos de los militares.
Jueves 11 de octubre: Perón solicita licencia al ministro de Guerra a la espera de su retiro.
Viernes 12 de octubre: Por la mañana, los civiles antiperonistas se citan en la plaza San Martín y reclaman ante el Círculo Militar el reemplazo de Farrell. Cerca del mediodía, el contraalmirante Vernengo Lima, secretario de Marina, trata de calmar a la muchedumbre antiperonista que exigía el traslado del gobierno a la Corte de Justicia. Su arenga no es, sin embargo, demasiado feliz y no consigue su propósito: la multitud mantiene sus estribillos antimilitaristas. En ese mismo momento, el coronel Mercante, primer colaborador de Perón, congrega a una cincuentena de dirigentes gremiales a fin de que ordenen una huelga general. A las 9 de esa noche, la policía carga sobre el grupo de revoltosos instalado en plaza San Martín, y a golpe de sable trata de disolverlos. Poco después se generaliza un tiroteo y cae muerto el médico Eugenio Ottolenghi, de 40 años. Hay 34 heridos de bala.
Sábado 13 de octubre: El presidente Farrell encomienda al subjefe interino de policía, mayor Héctor D’Andrea, la detención de Perón en su casa de la calle Posadas 1567. D’Andrea cumple esa orden y Perón es trasladado a la isla Martín García. Las horas siguientes componen un difícil equilibrio de fuerzas: el gobierno propone un cambio de gabinete en tanto Perón duda, en la isla, respecto de los pasos a seguir. El hábeas corpus, alentado por Eva Perón, fracasa. Los acontecimientos, sin embargo, favorecen al coronel: la noticia de su confinamiento moviliza a los gremios. Los obreros de la carne, dirigidos por Cipriano Reyes, recorren las calles de Berisso y Ensenada con carteles y banderas argentinas. Según La Prensa esas manifestaciones reunieron a más de 700 personas.
Domingo 14 de octubre: Perón sigue preso en Martín García, supuestamente atacado de pleuresía. Se inician activas gestiones para internarlo en el Hospital Militar; ese trámite resulta exitoso, aunque su resolución se posterga hasta el mismo miércoles 17.
Lunes 15 de octubre: Se conoce la noticia del traslado de Perón al Hospital Militar. Cipriano Reyes organiza la movilización popular.
Martes 16 de octubre: A las 6 de la tarde, en Berisso, los obreros del Sindicato Autónomo de la Carne, presididos por Reyes, inician una marcha reclamando de viva voz la libertad de Perón. La policía provincial dispersa a los manifestantes a las pocas cuadras pero se reagrupan con la intención de cruzar el puente que une Berisso con Ensenada, para llegar hasta la destilería de YPF y levantar a sus obreros. Son de nuevo contenidos, esta vez por un piquete de marineros. Hechos similares se reproducen en Avellaneda, y, finalmente, algunos grupos de proletarios llegan a la capital: serán los madrugadores del 17.
Miércoles 17 de octubre: A las 2 de la madrugada, Perón es llevado al undécimo piso del Hospital Militar. Evita, con su hermano Juan Duarte, ingresa poco después; a partir de ese momento, el cuartel general de operaciones tendrá como sede ese sector del policlínico. Horas después, a las siete de la mañana, los obreros de la carne largan la huelga general y empiezan a recorrer las calles de la Capital. Con el correr de las horas se irán instalando en las proximidades de la plaza de Mayo, pero la espera será larga: Perón hablará por fin a medianoche. Fuente: Felipe Pigna