La cuestión sanitaria y financiera del país parece haberle puesto una fecha de vencimiento a las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) previstas para agosto del año que viene.
Lo que en principio recibió una rotunda desmentida del oficialismo, poco a poco se fue transformando en una cercana posibilidad, a medida que el año se termina y comienza de nuevo la carrera electoral para renovar las bancas legislativas a finales de 2021.
El próximo período será intenso. El debate parlamentario tendrá necesariamente que enfocarse en una tarea de fuerte presencia en el Congreso y en las cámaras provinciales, luego de un año insípido y sin mayores contenidos ni debates políticos que puedan siquiera opacar el caso del porno escándalo protagonizado por el inefable Juan Emilio Ameri. Pero eso es harina de otro costal.
Los legisladores nacionales ya tienen la cancha marcada en relación a las PASO. El gobierno de Alberto Fernández, que antes rechazaba categóricamente la idea de suspender las primarias, ahora analiza como muy posible una medida de este tipo. Y dejó la pelota en el terreno del Congreso.
Pese a ratificar que el Gobierno cumplirá las metas que fija el calendario electoral, desde el Ministerio del Interior remarcaron que “es el Congreso el que debe modificar” (en el caso de que las PASO se suspendan) la ley que estipula la realización y el cronograma relativo a las primarias. De esta forma, Alberto Fernández busca despegarse por el momento de esta posibilidad, aunque ya no lo descarta como al principio.
El oficialismo se aproximó a un argumento, si se quiere, aceptable: las últimas PASO tuvieron un costo de 4.000 millones de pesos en el país. Actualizar esa cifra y sumarla en la columna de los multimillonarios gastos del Estado para afrontar las necesidades de la pandemia, no parece ser una medida políticamente correcta.
Por otro lado, la cuestión sanitaria va quedando al margen porque es de suponer que hasta agosto del año que viene y contando incluso con un rebrote del virus en Argentina, la vacuna –alguna de las que ya se promocionan en el país- ampliará el universo de inmunidad y traerá bastante alivio.
Pero mientras el gobierno nacional mira cada vez con más simpatía la posible suspensión o anulación de las elecciones primarias, los sectores partidarios que integran los frentes, pusieron el grito en el cielo. El instinto de supervivencia les dice que corren serio riesgo de extinción.
Es que la realidad de estos sectores se traduce de la siguiente manera: son partidos con sello, pero sin consenso y sin plata. Desde el 2011 y mediante las PASO lograron presencia, adquirieron cierta autonomía y lograron distanciamiento e independencia de las dirigencias partidarias, acostumbradas a actuar como patrones, bendiciendo a los candidatos “más potables”.
Entre estos sectores crece firme la idea de que la anulación de las primarias no constituye un ahorro real ante la pandemia. Por el contrario, aseguran que es una decisión electoral restrictiva y que persigue como único fin una habilitación económica para participar de las elecciones generales. Incluso opinan que esto no es fortuito y que se trata de un plan ya diseñado con un claro objetivo electoral.
Están convencidos de que, si se anulan las primarias, se morirá la democracia interna en los partidos y la dirigencia manejará para sí los fondos, asfixiando a las listas adversas. Están pidiendo fuertemente que, antes de modificar la ley o anular las PASO, debe modificarse la distribución de los fondos partidarios.
Un conocido lobo de esos mares comentó en un viejo café de calle Caseros: “Si no se hacen las PASO ¿cómo vamos a hacer una interna?. Si no podemos imprimir ni una estampita! Vamos a volver a ese viejo axioma de que la política es solo para el que tiene plata”.
El hombre miró su reloj y antes de despedirse disparó un dardo envenenado: “¿Viste que los gobernadores salieron a hacerse cargo de este tema?. ¿Por qué será no? Chau…” dijo y cruzó raudamente hacia la Iglesia San Francisco, aunque no entró.