Hace pocos días a un legislador salteño se lo escuchó por una conocida radio advertir, con voz en cuello, que a los salteños “nos quieren hacer pasar por opas”, en relación al desdoblamiento de las elecciones que en la provincia fueron convocadas para el 4 de julio venidero.
“Nos quieren pintar que los salteños tenemos fama de opas, que por opas no podemos votar con dos sistemas el mismo día, pero ya lo hicimos”, afirmó el diputado Carlos Zapata para criticar con dureza el desdoblamiento de las elecciones provinciales, justificado por el oficialismo en una supuesta incompatibilidad para votar con el sistema electrónico (que se seguirá usando en Salta) y otro con el soporte de papel (que se aplicará para las elecciones nacionales).
Con este insostenible razonamiento, el Gobierno provincial ha recibido feroces críticas de toda la oposición que ya empezaron a cundir entre la gente. Al gobierno salteño se lo acusa, con fundamentos, de jugar con la salud y el dinero del pueblo en un momento de crisis económica y sanitaria producida por la pandemia de coronavirus.
Es que realmente si existiese una objetiva intención de cuidar la salud de la población y el dinero público, se deberían bajar los costos, preservar el contagio y hacer un solo acto eleccionario juntamente con la Nación. Pero esto no aparece en la perspectiva local.
Existe una contradicción permanente entre el discurso del interés sanitario y económico, con la intencionalidad política, que ha puesto a los salteños una vez más en el rango inevitable de la “opería”, como ya lo profetizara hace años el inmortal Gustavo “Cuchi” Leguizamón.
Pensador inacabable y de plena vigencia, el Cuchi sabía diferenciar a los opas en varias categorías y pese a que les había inventado un “estatuto propio”, los encontraba con sutiles divergencias en un mismo universo. Hoy los políticos quieren meternos a todos en la misma bolsa y es por eso que es necesario hacer algunas aclaraciones.
Hay opas oriundos o exóticos; opas ilustrados, pícaros y maliciosos. Está el opa criollo y también el importado. El opa solemne era (y sigue siendo) una verdadera institución en Salta. Hasta había, según el Cuchi, un opa porteño que se creía Mitre.
Pero estamos aquí, en este plano y en este tiempo y parte de esas operías “ya fueron superadas”, como bien expresó aquel legislador y resulta imprescindible advertir a nuestros gobernantes que hay que parar con la opería de pensar que en Salta, todos somos opas.
No se digiere el discurso del cuidado de la salud y la economía, frente a las apetencias electorales, como tampoco se aguanta otra muestra de discriminación y sometimiento de las provincias más pobres, frente a la pasividad de los políticos que deben defender a sus representados con planteos y firmeza en las bancas o en los cargos para los cuales fueron elegidos.
Los salteños ya cruzamos el noveno aumento de los combustibles en lo que va del año y las diferencias competitivas con la patria centralista quedan en aberrante evidencia una vez más.
Siete veces aumentó el combustible de la petrolera de bandera YPF en Salta solo durante el mes de enero, y febrero ya registra otro aumento mientras se analiza cuándo llegará el próximo.
Las razones para las constantes modificaciones son un misterio en el interior, ya que la compañía estatal solo brinda explicaciones de los incrementos cuando estos afectan a Buenos Aires que, hasta aquí, solo lleva registrados tres aumentos en lo que va del año.
Esta brecha de precios entre las provincias del interior con la Capital Federal y provincia de Buenos Aires es cada vez más pronunciada, sin que eso parezca importarle a ningún legislador, ni político o defensor del pueblo a nivel local.
También se advierte que se fraccionan los aumentos dentro de la misma ciudad de Salta y ni siquiera son simultáneos. Esto no ocurrió nunca: hay estaciones de servicio de la misma bandera con precios distintos, es decir aumentos selectivos que nunca antes sucedieron.
Mientras se cerraba esta columna, los medios ya anticipaban otro aumento de los combustibles (sí; el noveno para Salta en lo que va del año) y la reacción política o legislativa brilla por su ausencia. Una vergüenza.
A esta altura de los acontecimientos no se sabe si los aumentos vienen de algún opa pícaro, malicioso o ilustrado, pero hay un opa porteño que también nos quiere hacer creer que “en Argentina se consume menos carne porque hay muchos veganos”. Inaudito.
De todas maneras es bueno que la clase política local comprenda que, con el paso de los años, muchas operías ya quedaron superadas, pero la que aún se manifiesta con asombrosa vigencia es la “opería solemne” de aquellos que miran a la gente desde los orificios de sus narices.
Lamentablemente muchos de esos están en el Gobierno y subestiman al resto de los opas que con los años van aprendiendo a votar.