El gobierno actual es partidario del anarco-capitalismo como la mejor organización para las sociedades y, por lo tanto, favorable a las grandes empresas. En función de eso ha desplegado un programa económico de ajuste del gasto, desregulación, y privatizaciones. Pero, ¿ha impulsado los niveles de producción de la economía argentina? Los números de la actividad económica no convalidan tal proposición.
El dato más reciente es el índice de Utilización de la Capacidad Instalada en la Industria (UCII) del Indec. En septiembre de 2024 la UCII fue del 62,2%, cuando en igual mes del año anterior había sido 67,9%. En la variación interanual por sectores, el único que mostró crecimiento respecto a igual mes de 2023 fue Productos alimenticios y bebidas, que pasó del 62,4% en 2023 al 68,2% en 2024, pero se debió principalmente a una mayor molienda de oleaginosas: la elaboración de aceites y subproductos experimentó un aumento extraordinario de 115,1% interanual debido a la comparación con un período que reflejó los efectos de la sequía.
Podemos tomar también un informe de la Fundación Mediterránea, es decir, proveniente de una usina de pensamiento a favor de la economía de mercado. En él se muestra que de los 14 principales sectores de actividad, apenas cinco están por encima del nivel de 2023. Además, esos cinco ganadores tuvieron un desempeño dispar. Pesca creció un 17%, Minería un 6%, Agro un 4%. Por su parte, Electricidad, gas y agua y Enseñanza tuvieron mejoras muy modestas, de apenas 2% y 1%, respectivamente. En cambio, los sectores con mayor incidencia en la economía y el empleo mostraron caídas importantes: Construcción -18%, Comercio -8%, e Industria manufacturera -7%.
El informe aludido señala con preocupación que esos cinco ganadores “representan 15% del empleo privado”. Es decir, los sectores que crecieron son los que menos empleo generan. Según la Fundación Mediterránea, esa dualidad en el desempeño de los sectores productivos pone de relieve “las dificultades que también comienzan a aflorar en el mercado laboral, (y que podrían profundizarse)”.
Efectivamente, los datos del Indec revelan que el desempleo experimentó un salto considerable con este gobierno. La tasa de desocupación abierta se ubicó en el segundo semestre en 7,6%. Podrá decirse que no es un valor alto para la economía argentina, si la comparamos con las tasas de dos dígitos de la convertibilidad. Pero en igual periodo del año anterior era de apenas 6,2%, por tanto, lo que llama la atención es el aumento que tuvo en tan corto lapso de tiempo. Además, si tenemos en cuenta los cambios operados en el mundo del trabajo —en el cual creció la precariedad—, debemos mirar con atención también la tasa de subocupación, que pasó de 10,6 a 11,8% en igual periodo.
Esta baja performance que se empieza a ver en el empleo de por sí implica un flagelo para una cantidad cada vez mayor de trabajadores. Pero, además, la Fundación Mediterránea pone el acento en las consecuencias que ello implica para la sostenibilidad del crecimiento: “la recuperación económica seguirá siendo lenta, debido a que está centrada en sectores con menores impactos en la masa salarial y posterga el crecimiento de actividades económicas vinculadas al consumo masivo”. Es lógico: si continúa escaseando el empleo, la población no tendrá los ingresos para impulsar la demanda. (...)
Por: Carlos Heller-Tiempo Argentino