El nivel general del Índice de precios al consumidor (IPC) representativo del total de hogares del país registró en abril una variación de 1,5% con relación al mes anterior. Pese a la fortísima aceleración en la emisión monetaria que viene ocurriendo desde noviembre, la inflación desaceleró con fuerza en abril y fue de 1,5%. Se trató del registro más bajo desde el 1,4% de noviembre del 2017.
La recesión económica y los controles y congelamientos de precios por parte del Gobierno pesaron más que la extraordinaria inyección de pesos y son las causas que lideran las explicaciones acerca de la calma nominal. Con todo eso sobre la mesa, la dinámica de abril dejó poco margen para celebrar por una potencial desinflación. Al durísimo escenario recesivo como explicación se le sumó que, por la cuarentena, 1/4 de los precios no estuvieran disponibles durante abril.
Su virtual inexistencia obligó al Indec a resolver el cálculo con una estimación, en base a la metodología redactada previamente y a las recomendaciones internacionales. Lo que se hizo fue dar por hecho que esos precios se movieron igual que el promedio del resto de los productos, de forma tal de evitar imputarles una variación nula. Lejos de ser una decisión arbitraria, se operó en línea con los estándares internacionales del FMI, Eurostat y la Cepal.
El director socio de Consultora Ledesma, Gabriel Caamaño Gómez, explicó: "Más de la mitad del índice tiene aclaraciones metodológicas o registró reversiones puntuales producto de la cuarentena. En la otra mitad hay tarifas congeladas y dólar corriendo muy por detrás de la inflación hace ya varios meses. Aún así, Alimentos, que funcionó más o menos normal, se sostuvo por encima de 3%.
No se puede hablar de desinflación. Hay que ser muy prudente con el IPC por las cosas que señala el propio Indec. Lo que no significa que el IPC no sirva, al contrario. Pero hay que entender cómo funciona y el contexto en el que se da". Fuente: INDEC/Tres lineas