El Gobierno se ha comprometido ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) a llegar a diciembre de este año con 2 puntos del PBI de superávit fiscal primario y le ha dicho a Kristalina Georgieva, la directora gerente de la entidad, que la gestión de Alberto Fernández le dejó un quebranto equivalente a 3 puntos. Por ello, se estima que la corrección que habría que hacer es de 5 puntos del producto.
Pero en realidad, hay dudas de que la herencia recibida por el presidente Javier Milei sea de esa magnitud. Los números podrían ser algo menores y la consecuencia es que la magnitud de la corrección también debería ser menor. Esta semana el Ministerio de Economía tendrá que publicar los números del Sector Público Nacional (SPN) base caja de diciembre y el acumulado anual, y se revelará si el titular del Palacio de Hacienda, Luis Caputo, fue algo pesimista al hacer sus cálculos hace un mes cuando presentó su plan.
Algunos economistas y consultores creen que en realidad, el déficit fiscal del 2023 fue algo menor, cercano a 2,5% puntos del PBI. Por lo tanto, es factible pensar en la hipótesis de que el gobierno de Milei agrandó la estimación para decir que está haciendo un ajuste más profundo. Algo similar a lo ocurrido con la inflación de diciembre, de la cual el Presidente dijo que en las dos primeras semanas se estaba moviendo al 45% y que por lo tanto, el 25% final fue un “numerazo”. Si el déficit fiscal de 2023 es menor al que presentó Caputo, una parte del ajuste anunciado para llegar al superávit ya estaría hecho antes de arrancar.
Hay dos ejemplos de cómo la oposición dialoguista puede alterar los planes del ministro. Uno es el caso de las jubilaciones, que contempla una rebaja de 0,4 puntos del PBI. El Congreso no lo permitiría, introduciendo fórmulas de recomposición automática al proyecto oficial. Del mismo modo, el Gobierno podría perder 0,5 puntos de recaudación por la eliminación de la generalización de los derechos de exportación. Si el punto de arranque del 2023 es inferior al previsto, tal vez estos ajustes propuestos inicialmente no sean necesarios.
Desde el Gobierno están cambiando su discurso. Pasaron de rechazar cualquier tipo de cambio al paquete fiscal (que daría como resultado un superávit de 2 puntos) a decir que “el déficit cero no se negocia”. Es decir, que tal vez, al final del todo Milei estaría conforme con llegar a diciembre con las cuentas equilibradas. Al respecto, el economista Sergio Chouza, que dirige la consultora Sarandí, plantea en su informe de la última semana de diciembre que el déficit había cerrado en 2,5% del PBI, mientras que el director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán Letcher, también cree que el año cerró con ese nivel de quebranto.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) estimó hasta noviembre de 2023 que el acumulado del déficit primario era de 1,71 puntos del PBI, medio punto más bajo que el de 2022. Para llegar al 3% que dice el Gobierno, Milei debería haber gastado en diciembre el equivalente a 1,3 puntos del PBI, algo que evidentemente no ocurrió.
El economista Eugenio Mari, de la Fundación Libertad y Progreso, plantea en cambio y es que para esa entidad “el déficit primario de 2023 es de 2,9% del PBI”. “Claramente a contramano de lo que se necesitaba para empezar a bajar la inflación. En cambio, se siguió apostando al financiamiento monetario, directo e indirecto, lo que llevó la suba del IPC al 200% anual”, señaló al referirse a la gestión de Alberto Fernández. Recordó que todo ello fue “en contra del compromiso con el FMI, que era de reducir el déficit respecto al año anterior y en cambio, se incrementó en más de 1 punto del PBI”.
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