El jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, inspeccionó este miércoles 5 de julio la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi y avaló la seguridad del plan de Japón para liberar agua radiactiva tratada en las próximas semanas. Pero eso no calmó la preocupación entre los pescadores, no solo locales, sino de varios países.
Puerto Morro Sama es un terminal pesquero ubicado en la provincia de Tacna, en el sur de Perú. A miles de kilómetros de distancia se encuentra la central nuclear de Fukushima, en Japón, devastada por un terremoto y posterior tsunami en 2011. A pesar de la distancia, los pescadores locales en estos dos lugares no solo coinciden en que dependen del Océano Pacífico para abastecer los mercados de producto local. También los une una misma preocupación: un plan en marcha para verter agua radiactiva tratada al mar. El Gobierno japonés quiere comenzar a liberar agua a partir de agosto, una iniciativa que aún necesita la aprobación oficial del organismo regulador nuclear nacional, pero que ya cuenta con el visto bueno de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA).
En Perú a los residentes locales de la provincia de Tacna les preocupa que su sustento diario se vea perjudicado en un futuro si Japón se apega a su controvertido plan. "He estado vendiendo pescado aquí durante 20 años. Creo que es muy malo. Causará estragos en la población pesquera. ¿Qué van a comer las generaciones futuras?" dijo Susana Condori, vendedora de pescado. -
"El planeta y el mar son de todos los seres humanos y no de un solo país"
David Cutipa, administrador del puerto de Morro Sama, está pidiendo al Gobierno de Perú que busque ayuda de organizaciones internacionales para persuadir al país asiático de que reconsidere sus planes. “Nuestro país debería solicitar a organismos internacionales (…) porque tenemos que entender que el planeta y el mar son de todos los seres humanos y no de un solo país. Japón no es dueño del mar”, afirmó.
En una visita al complejo nuclear, Rafael Grossi, reveló que el proyecto se ajusta a la norma internacional y tendrá un "impacto insignificante" en la población y el medioambiente, un mensaje que replicó en Iwaki, a unos 60 kilómetros de la central. "No tengo una solución mágica para las dudas e inquietudes que puedan existir, pero sí tenemos una cosa clara: vamos a quedarnos aquí con ustedes durante las próximas décadas, hasta que la última gota de agua se haya derramado de forma segura", expresó. Algunos países vecinos, como Corea del Sur, también han expresado su preocupación por la amenaza al medio ambiente, con Beijing emergiendo como el mayor crítico y amenazando con tomar medidas si el plan es ejecutado. F24 / Reuters, AFP y AP