En la madrugada del jueves al viernes, Israel dio 24 horas para evacuar el norte de la Franja de Gaza, en previsión de una inminente ofensiva por tierra. Miles de civiles se lanzaron en masa a la carretera de Saladino, la principal vía de la región, intentando llegar al sur. Pero la kilométrica comitiva se veía interrumpida constantemente por bombardeos israelíes que, según Hamás, mataron a 70 personas. Además, el grupo islamista colocó barricadas para instar a la población a no moverse e ignorar la guerra psicológica del Estado judío.
Con más de un millón de palestinos todavía en el enclave, Josep Borrell, Alto Representante de la UE, consideró "totalmente irreal" el ultimátum y la ONU pidió a Israel que anulase la orden «para evitar transformar lo que ya es una tragedia en una situación calamitosa». Paralelamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso el foco en los hospitales. Hay pacientes muy enfermos, incluidos niños, que dependen completamente de apoyo médico vital para sobrevivir. Pedir al personal sanitario que evacúe va más allá de la crueldad, aseveró el portavoz del organismo, Tarik Jasarevic. Reuters