El largometraje alemán se impuso a las producciones de Bélgica, Polonia, Irlanda y al film argentino “Argentina: 1985″
Todos los lunes luego de la ceremonia de los premios de la Academia, no importa quien gane, surge en muchos espectadores una misma pregunta: ¿Era para ganar el Oscar? Se trata de una pregunta retórica, ya que la respuesta es siempre sí. Si lo ganó, era para ganarlo. La verdadera pregunta, la que más ayuda a entender los premios es ¿Por qué? Los Oscar son el premio cinematográfico más famoso del mundo y el más importante en trascendencia, pero no se trata de una elección divina objetiva e indiscutible. Son personas votando un grupo de películas, valorándolas por muchos motivos, no siempre del lenguaje cinematográfico o la calidad técnica. O a veces sí, por eso es bueno, frente a cada victoria, tratar de averiguar el motivo. Pero detengámonos en un premio importante para América Latina en esta entrega: Mejor película extranjera o, como debe decirse ahora, Mejor película internacional (Best International Feature Film). Las cinco nominadas eran: Sin novedad en el frente (Alemania), Argentina: 1985 (Argentina), EO (Polonia), The Quiet Girl (Irlanda) y Close (Bélgica).
Asumiendo que los cinco largometrajes tienen méritos para obtener premios y de hecho los han obtenido en todo el mundo, lo que queda analizar es qué tan bien llegaron posicionados a los premios de la Academia. De las cinco nominadas sólo Sin novedad en el frente tuvo otras nominaciones, algo que siempre significa una ventaja en el gusto del Oscar, porque significa que los votantes de las diferentes categorías la reconocen como una película de gran calidad. Nueve nominaciones al Oscar recibió Sin novedad en el frente, lo que hacía que su mayor competidora, la muy premiada Argentina: 1985, quedara con menos posibilidades, aún siendo la mayor amenaza a la hora de la votación final.
Pero la nominación más importante a mejor película del año. En toda la historia del Oscar solo ocho películas habían sido nominadas a película del año y película extranjera al mismo tiempo. La lista completa es: Z (Argelia, 1969), Los emigrantes (Utvandrarna, Suecia, 1971/72), La vida es bella (La vita è bella, Italia, 1997), El tigre y el dragón (Wo hu cang long, Taiwán, 2000), Amour (Austria, 2012), Roma (México, 2018), Parásitos (Gisaengchung, Corea del sur, 2019) y Drive My Car (Doraibu mai kâ, 2021). Todas ganaron el Oscar a mejor película extranjera excepto una, Los emigrantes, pero hay que aclarar que compitió en dos años distintos, primero por su estreno y luego al ser enviada por su país. Parásitos fue la única en ganar ambos, sumándole además mejor director. Sin novedad en el frente también guardaba esa esperanza de hacer historia.
Otro motivo que le dio un empujón a Sin novedad en el frente (Im Westen nichts Neues) es el estar basada en el famoso libro de Erich Maria Remarque publicado en 1929. Aquel famoso libro no solo mostraba la monstruosidad de la guerra, sino que anunciaba el ascenso al poder de ideas que llevarían nuevamente en esa dirección. Éxito en Estados Unidos, se convirtió al año siguiente en la película Sin novedad en el frente (All Quiet in the Western Front, 1930) producida por Universal y finalmente ganadora del Oscar a mejor película y mejor director. Este enorme suceso cinematográfico de público, crítica y premios la convirtió en uno de los clásicos más queridos y respetados. Volver sobre aquel film tiene un peso emocional que sin duda no fue pasado por alto.
También es importante marcar que es la clase de película que Hollywood hacía antes y que solía ser premiada. Dentro de los muchos cambios, buenos y malos, de la industria, esta nueva versión de Sin novedad en el frente remite a la época en la que el cine era un gran espectáculo con historias de época. Votarla es festejar esa tradición de cine dramático y espectacular. Se adivina algo de ironía en esto ya que se trataba de la apuesta máxima de Netflix en su historia. La casi totalidad de los espectadores la han visto por streaming y su estreno en salas fue reducido y efímero. La campaña del gigante del streaming para obtener su postergado prestigio fue grande. Una vez más, su batalla era contra Argentina: 1985, la candidata producida por Amazon. Más allá de los países y las películas, esta es una gran victoria para Netflix.
Y finalmente hay algo insoslayable. Sin novedad en el frente es una película antibelicista. Un largometraje que describe como un grupo de jóvenes alemanes son sacrificados en una guerra sangrienta y absurda, convencidos de que salvarían a su país. Aunque habla de la Primera Guerra Mundial, la versión de 1930 se terminó convirtiendo en una película contra Adolf Hitler, llegando a reestrenarse con un epílogo donde los nazis quemaban la novela de Remarque. En la Europa actual, atormentada por la invasión de Rusia a Ucrania, la idea de que la guerra está destruyendo a otra generación generó que la actual versión de Sin novedad en el frente, producida en Europa, no en Estados Unidos, tenga una carga extra de drama. En los premios británicos, los BAFTA, la película directamente arrasó, sin medias escalas. La Academia, que mezcla de forma no siempre clara cine y política, se sintió empujada tal vez por este conflicto urgente que afecta a todo el mundo. No sólo la Academia, claro, el Oscar sabe reflejar las angustias de las personas y hoy la guerra en Europa ha dejado de ser algo de hace un siglo para convertirse en un presente abrumador. Sin novedad en el frente era la mejor manera para que en esta premiación pudiera unirse la historia, el pasado, el presente y una forma de hacer cine que siempre ha caracterizado más a Hollywood que al país que terminó llevándose la estatuilla.