Si se confirman las proyecciones de la investigación, la pobreza en Argentina no sólo habría sufrido el salto por el shock inflacionario de diciembre y enero, cuando habría pasado del 41 por ciento del último dato oficial (Indec, segundo semestre de 2023) al 58 por ciento (la medición propia del Ipypp) sino que, además, superado el shock y habiendo vuelto la inflación a los niveles de 2022, la pobreza quedó instalada en un nivel por lo menos diez puntos más alta.
"El 54 por ciento es pobre: un nuevo escalón en la escalera de la pobreza», es el título del trabajo de este centro de investigación que pertenece a Unidad Popular y que orientan Claudio Lozano y Ana Rameri. El estudio hace un seguimiento de las principales variables que pueden dar una aproximación a la evolución del consumo global de la población, mes a mes, y de los ingresos de la misma. De ese modo, se puede hacer una proyección que anticipe la tendencia de la pobreza antes de la publicación de las mediciones que, con un rezago de seis meses, informa el Indec.
Como consecuencia de aquellas primeras medidas del gobierno de Milei, «el conjunto de ingresos de la población sufrió un derrumbe vertiginoso», advierte el documento. «Todos los indicadores de consumo cayeron con cifras de dos dígitos (más del 10 por ciento), reflejo de la caída del poder adquisitivo de los ingresos laborales, jubilaciones, pensiones y programas sociales».
Aquí hay que advertir que, según el procesamiento de las bases de datos trimestrales del Indec para el cuarto trimestre de 2023 y el primero de 2024, los niveles de pobreza fueron del 45,2 y 54,9 por ciento, respectivamente. Al despejar el impacto de los aguinaldos en el primer trimestre de 2024, que es la metodoloigía que sigue el Ipypp, la tasa de pobreza resultante asciende al 58,6 por ciento.
Al repasar los datos mensuales que surgen de su propia proyección, el Ipypp señala: «Pasado el peor momento, la tasa de pobreza comenzó a descender desacelerándose muy tempranamente. Así, pasó al 58,6% en febrero, al 55% en marzo, al 54% en abril y al 51,8% en mayo. En junio vuelve a subir a 54,6% y en julio parece estacionarse cerca del 54%, valor éste que representa un aumento de 13 puntos porcentuales con respecto al 41 por ciento de octubre de 2024».
Los tres indicadores de consumo que toma de referencia la investigación siguen mostrando, en junio y julio, caídas con respecto al año 2023 superiores al 10 por ciento (en términos reales). Ellos son: Venta minorista pyme (según CAME), recaudación del IVA (excluyendo Aduana) y ventas en supermercados (según Indec). En julio, la baja con respecto al mismo mes del año pasado fue de 15,7%, 13,5% y 16,6%, respectivamente.
En conclusión, siguen cayendo el nivel de los ingresos reales de la población y el consumo masivo. Ya no existen los niveles de inflación de diciembre a abril pasados, pero sí un estado de recesión económica que deprime los ingresos y por lo tanto el poder adquisitivo de la población. Más allá de la baja de la tasa de inflación, la pobreza se instala por encima del 50 por ciento y, en medio de un panorama de recesión persistente, sin posibilidades de reversión a la vista.