La inflación y la afluencia de refugiados han ejercido una presión creciente sobre estos lugares de ayuda. Los más de 900 bancos de alimentos de Alemania, supervisados por la organización benéfica Tafel e.V., apoyan a cualquiera que pueda demostrar que está pasando por dificultades financieras. Pero cada vez menos empresas están donándoles alimentos, aunque la demanda está creciendo, en medio de la alta inflación y la afluencia de refugiados ucranianos. Es por esto que ahora están pidiendo ayuda al Estado.
La creciente necesidad de ayuda alimentaria es evidente en el distrito berlinés de Köpenick, donde el centro de aficionados del FC Union Berlin, de la Bundesliga, se convirtió en un punto de distribución de comestibles. Una fila de personas está parada afuera bajo el calor abrasador, esperando para entrar.
Denise Lauer está haciendo su primera visita a uno de estos centros. Por mucho tiempo fue muy renuente. "Quería probarlo", le dice a DW, "pero me daba demasiada vergüenza". La madre soltera explica que "se ha vuelto cada vez más difícil llegar a fin de mes debido a los altos costos de los alimentos". Hoy, sin embargo, reunió toda su valentía y espera llevarse a casa una canasta de comestibles que se vende por solo 1,50 euros.
Los costos de los alimentos han aumentado casi 15 por ciento en comparación con el año pasado, con una inflación de 7,3 por ciento, según la Oficina Federal de Estadística de Alemania. Para muchos, esto significa que el dinero escasea, razón por la cual dependen de los bancos de alimentos para sobrevivir. Desde que Rusia invadió Ucrania a gran escala en febrero de 2022, 20 por ciento de los bancos de alimentos alemanes han visto duplicarse el número de personas que dependen de los descuentos en comestibles, según Tafel.
"Antes de la guerra, no más de 340 personas venían a nuestros días de distribución los martes, pero ahora a menudo hay más de 500", cuenta la gerente del banco de alimentos de Köpenick, Carol Seele, a DW. "El viernes pasado, tuvimos 564 clientes", agregó la voluntaria Rita Hirsch, quien lleva registros precisos para el centro de distribución administrado por la iglesia. DW